Escrito en 2015 y dedicado al Trío Alborada (http://www.trioalborada.com) (Aldo Mata, violonchelo, Patricia Arauzo, piano y Miguel Expósito, clarinete).

…en L’estremo albor, obra resultante de un encargo del Trío Alborada, que la estrenó en noviembre de 2015 en el Festival de Música Española de León. Como nos recuerda el propio autor en la primera página de la partitura, el título es una cita de un poema de Giacomo Leopardi, El ocaso de la luna (escrito en 1837, el año de su muerte). Con estas palabras describe el poeta el caer de la noche: “ciega la noche queda, y cantando con triste melodía, los extremos albores de la luz fugitiva que antes le fue guía, desde el camino el arriero saluda”. La obra —de nuevo siguiendo a Dozza— “está integrada por doce breves movimientos que se suceden como fotogramas de una misma idea sonora, ilustrada según perspectivas y luces diversas. Cada movimiento desarrolla un aspecto formal: el primero es un Coral, luego un estático juego de arpegios del piano y, más adelante, una larga melodía, dibujada con colores y acentos diferentes por los tres instrumentos en la misma tesitura, y así sucesivamente. Pequeñas citas recorren los doce movimientos: en particular del estadounidense Morton Feldman y del alemán Helmut Lachenmann, así como del Trío en la menor, op. 114, de Brahms”. Continúa girando, pues, el tiovivo de referencias —siempre veladas— al pasado, a una memoria auditiva que se fragmenta y se disuelve, se deshilacha, se disgrega… Frente a la marmórea continuidad de la Historia que nos imponía —con racionalidad inapelable— el relato de la Modernidad, aquí hasta las metáforas empleadas por Dozza aluden al extracto —como esos fotogramas que se desprenden (o se escabullen) de la ilusión retiniana del fluir— y a lo paradójico —como ese estatismo del arpegio, que quebranta cualquier oposición lógica entre movimiento y quietud—. (Miguel Álvarez-Fernández)